quarta-feira, 31 de agosto de 2011

Irene sobre Nova Iorque

Ah, grande Irene ! Mulher de respeito, não? Pôs Nova Iorque de cabeça à roda!

Afinal foi quase nada. Mas que era bonita, era...vista do céu.

Foto NASA

E pronto, faz hoje 3 anos ...

Este Livro começou em 31 de Agosto de 2008. Há coisas que duram menos, sim, por isso alguma vaidade tenho. Ao Livro de Areia vêm seguidores fiéis, poucos mas bons.

Nada de fogachos nem promessas ou novidades; deixo isso para as longínquas 100 000 visitas...

Festejo, sim, com música de que gosto muito, intemporal, festiva com travo triste ou vice versa, de alguém que soube viver a vida fazendo obra e deixou a obra da sua vida para todos nós, divertindo-se sem dramas nem manias a fazer música por puro gosto, pondo num grão de areia o mundo inteiro: Haydn.

Haydn
Trio para Piano em Sol maior

Tatiana Samouil (violino)
Justus Grimm (violoncelo)
Filipe Pinto-Ribeiro (piano)





sábado, 27 de agosto de 2011

ODEIO ação, ator, direta, tato e contato, adoção, cético, afetar, espetador, ótimo, fatura, elétrico, ... DEIXO DE LER O EXPRESSO

Sei que é radical e que vou deixar de ler muita coisa com pena. Mas tenho, e ainda há, tantos livros na grafia portuguesa...

E depois, há sempre bons jornais de ortografia não unificada espanhóis, franceses, ingleses. Sim, essas línguas sem história colonial nem implantação pelos 4 cantos do mundo.

quarta-feira, 24 de agosto de 2011

112 anos do Autor do 'Livro'


Jorge Luís Borges é hoje comemorado pelo Google.uk assim:
Labirintos, fantasias, infinitos, livros dentro de livros dentro de livros. Borges, o "Sábio que se contenta com o espectáculo do mundo", como diria Pessoa.

Hosana para ti nas alturas, Borges, Autor do único e divino Livro de Areia, meu objecto de culto "once and forever".


porque ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin

La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes… No, decididamente no es éste, more geométrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico.

Yo vivo solo, en un cuarto piso de la calle Belgrano. Hará unos meses, al atardecer, oí un golpe en la puerta. Abrí y entró un desconocido. Era un hombre alto, de rasgos desdibujados. Acaso mi miopía los vio así. Todo su aspecto era de pobreza decente. Estaba de gris y traía una valija gris en la mano. En seguida sentí que era extranjero. Al principio lo creí viejo; luego advertí que me había engañado su escaso pelo rubio, casi blanco, a la manera escandinava. En el curso de nuestra conversación, que no duraría una hora, supe que procedía de las Orcadas.

Le señalé una silla. El hombre tardó un rato en hablar. Exhalaba melancolía, como yo ahora.

-Vendo biblias -me dijo.

No sin pedantería le contesté:

-En esta casa hay algunas biblias inglesas, incluso la primera, la de John Wiclif. Tengo asimismo la de Cipriano de Valera, la de Lutero, que literariamente es la peor, y un ejemplar latino de la Vulgata. Como usted ve, no son precisamente biblias lo que me falta.


Al cabo de un silencio me contestó:

-No sólo vendo biblias. Puedo mostrarle un libro sagrado que tal vez le interese. Lo adquirí en los confines de Bikanir.

Abrió la valija y lo dejó sobre la mesa. Era un volumen en octavo, encuadernado en tela. Sin duda había pasado por muchas manos. Lo examiné; su inusitado peso me sorprendió. En el lomo decía Holy Writ y abajo Bombay.

-Será del siglo diecinueve -observé.

-No sé. No lo he sabido nunca -fue la respuesta.

Lo abrí al azar. Los caracteres me eran extraños. Las páginas, que me parecieron gastadas y de pobre tipografía, estaban impresas a dos columnas a la manera de una biblia. El texto era apretado y estaba ordenado en versículos. En el ángulo superior de las páginas había cifras arábigas. Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40.514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.

Fue entonces que el desconocido me dijo:

-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.

Había una amenaza en la afirmación, pero no en la voz.

Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí.

En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja. Para ocultar mi desconcierto, le dije:

-Se trata de una versión de la Escritura en alguna lengua indostánica, ¿no es verdad?

-No -me replicó.

Luego bajó la voz como para confiarme un secreto:

-Lo adquirí en un pueblo de la llanura, a cambio de unas rupias y de la Biblia. Su poseedor no sabía leer. Sospecho que en el Libro de los Libros vio un amuleto. Era de la casta más baja; la gente no podía pisar su sombra, sin contaminación. Me dijo que su libro se llamaba el Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen principio ni fin.

Me pidió que buscara la primera hoja.

Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con el dedo pulgar casi pegado al índice. Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro.

-Ahora busque el final.

También fracasé; apenas logré balbucear con una voz que no era la mía:

-Esto no puede ser.

Siempre en voz baja el vendedor de biblias me dijo:

-No puede ser, pero es. El número de páginas de este libro es exactamente infinito. Ninguna es la primera; ninguna, la última. No sé por qué están numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita aceptan cualquier número.

Después, como si pensara en voz alta:

-Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo.

Sus consideraciones me irritaron. Le pregunté:

-¿Usted es religioso, sin duda?

-Sí, soy presbiteriano. Mi conciencia está clara. Estoy seguro de no haber estafado al nativo cuando le di la Palabra del Señor a trueque de su libro diabólico.

Le aseguré que nada tenía que reprocharse, y le pregunté si estaba de paso por estas tierras. Me respondió que dentro de unos días pensaba regresar a su patria. Fue entonces cuando supe que era escocés, de las islas Orcadas. Le dije que a Escocia yo la quería personalmente por el amor de Stevenson y de Hume.

-Y de Robbie Burns -corrigió.

Mientras hablábamos, yo seguía explorando el libro infinito. Con falsa indiferencia le pregunté:

-¿Usted se propone ofrecer este curioso espécimen al Museo Británico?

-No. Se le ofrezco a usted -me replicó, y fijó una suma elevada.

Le respondí, con toda verdad, que esa suma era inaccesible para mí y me quedé pensando. Al cabo de unos pocos minutos había urdido mi plan.

-Le propongo un canje -le dije-. Usted obtuvo este volumen por unas rupias y por la Escritura Sagrada; yo le ofrezco el monto de mi jubilación, que acabo de cobrar, y la Biblia de Wiclif en letra gótica. La heredé de mis padres.

-A black letter Wiclif! -murmuró.

Fui a mi dormitorio y le traje el dinero y el libro. Volvió las hojas y estudió la carátula con fervor de bibliófilo.

-Trato hecho -me dijo.

Me asombró que no regateara. Sólo después comprendería que había entrado en mi casa con la decisión de vender el libro. No contó los billetes, y los guardó.

Hablamos de la India, de las Orcadas y de los jarls noruegos que las rigieron. Era de noche cuando el hombre se fue. No he vuelto a verlo ni sé su nombre.

Pensé guardar el Libro de Arena en el hueco que había dejado el Wiclif, pero opté al fin por esconderlo detrás de unos volúmenes descalabrados de Las mil y una noches.

Me acosté y no dormí. A las tres o cuatro de la mañana prendí la luz. Busqué el libro imposible, y volví las hojas. En una de ellas vi grabada una máscara. En ángulo llevaba una cifra, ya no sé cuál, elevada a la novena potencia.

No mostré a nadie mi tesoro. A la dicha de poseerlo se agregó el temor de que lo robaran, y después el recelo de que no fuera verdaderamente infinito. Esas dos inquietudes agravaron mi ya vieja misantropía.

Me quedaban unos amigos; dejé de verlos. Prisionero del Libro, casi no me asomaba a la calle. Examiné con una lupa el gastado lomo y las tapas, y rechacé la posibilidad de algún artificio. Comprobé que las pequeñas ilustraciones distaban dos mil páginas una de otra. Las fui anotando en una libreta alfabética, que no tardé en llenar. Nunca se repitieron. De noche, en los escasos intervalos que me concedía el insomnio, soñaba con el libro.

Declinaba el verano, y comprendí que el libro era monstruoso. De nada me sirvió considerar que no menos monstruoso era yo, que lo percibía con ojos y lo palpaba con diez dedos con uñas. Sentí que era un objeto de pesadilla, una cosa obscena que infamaba y corrompía la realidad.

Pensé en el fuego, pero temí que la combustión de un libro infinito fuera parejamente infinita y sofocara de humo al planeta.

Recordé haber leído que el mejor lugar para ocultar una hoja es un bosque. Antes de jubilarme trabajaba en la Biblioteca Nacional, que guarda novecientos mil libros; sé que a mano derecha del vestíbulo una escalera curva se hunde en el sótano, donde están los periódicos y los mapas. Aproveché un descuido de los empleados para perder el Libro de Arena en uno de los húmedos anaqueles. Traté de no fijarme a qué altura ni a qué distancia de la puerta.

Siento un poco de alivio, pero no quiero ni pasar por la calle México.

segunda-feira, 22 de agosto de 2011

Ventos, pôr do sol e nevoeiro

Nortada


Grande variedade climática por aqui à borda de água. Ventos de todos os quadrantes, alternando de forma imprevista transformam manhã de chuva em tarde soalheira, ou tarde de nevoeiro em estranho sol pôr...

Hoje, 20h30

Alternância muito agradável, diga-se; posso ter a dose q.b. de banho de sol, depois andar de bicicleta pela fresca, ou disfrutar de um espectáculo da natureza a acabar o dia! :)

Ontem, 20h30

Assim vai o mundo: mutável, imprevisível e grandioso; soberanamente indiferente às nossas minúsculas questiúnculas.

domingo, 21 de agosto de 2011

Where'er you walk

Where'er you walk
Cool gales shall fan the glade
Trees where you sit
shall crowd into a shade

Where'er you tread
the blushing flowers shall rise
and all things flourish
Where'er you turn your eyes



Onde quer que tu passes
Fresca brisa vai soprar na clareira
E lá onde te sentas as árvores
juntas irão a fazer sombra


Onde quer que tu pises
Os botões em flor se abrirão
E tudo estará a florir
Onde quer que os teus olhos se voltem

sexta-feira, 19 de agosto de 2011

Tchii, passei os 50 000 sem dar conta

Nem sei se festeje... ao fim de quase 3 anos ainda nem um estádio enchi...

Bom, seja lá, aos 50 000, obrigado !




O laguinho da Gulbenkian, por Ana Oliveira

No blog ILUSTRAÇÕES, DESENHOS E OUTRAS COISAS , que venho seguindo, surpreendo-me de quando em quando com ilustrações muito conseguidas (giras, bonitas, engraçadas, lindas...) da autora Ana Oliveira, com textos que também vale a pena ler. É este o caso:

O jardim das rãs , ou dos nenúfares, da Gulbenkian.

segunda-feira, 15 de agosto de 2011

Albrecht Mayer, a magia do oboé

Na sequência da "Música para um fim de tarde de verão", algumas pequenas e grandes maravilhas para oboé.


Albrecht Mayer (n. 1965, Erlangen) toca oboé na Filarmónica de Berlim desde 1992. Toca como ninguém, e dedicou-se agora em paralelo a uma carreira de solista na companhia da Sinfonia Varsovia.

Sabemos da envolvente doçura do oboé, mas com Mayer há além disso um esfuziante virtuosismo, que evidenciou na recente gravação New Seasons, com árias de Händel transcritas em versão de concerto.

Eis um dueto com Matthieu Gauci-Ancelin (flauta) , descobrindo novas harmonias:



Podemos ver/escutar um muito bom vídeo (não incorporável) do CD New Seasons aqui:
http://www.youtube.com/watch?v=nm5i6-uZVtI
----- Atenção ao Tornami a Vagheggiar aos 3.01 min. ! Genial...
E para mim o melhor de todos, lindíssimo e vertiginoso:

Agora em Bach, transpondo cravo para oboé !





Albrecht Mayer diverte-se (e diverte-me) nitidamente a fazer estas brincadeiras extraordinárias, que têem o mérito de revelar novas dimensões de obras que são grandes noutra forma; já a gesticulação com que dirige a Sinfonia Varsovia tem espaço para melhorar :D

sexta-feira, 12 de agosto de 2011

Música para fim de tarde de verão

Concerto para oboé, C. P. E. Bach
II. Largo e mesto

Stefan Schilli, oboé
Bach Collegium de Munique
dirige Christopher Hogwood

quarta-feira, 10 de agosto de 2011

O novo Fidelio de Abbado

Acontecimento editorial, para quem como eu seja um apaixonado do Fidelio: a nova gravação dirigida por Claudio Abbado, com a orquestra do Festival de Lucerna, claro , com Jonas Kaufmann, claro, e Nina Stemme.

Só pode ser muito bom!

Escolha do editor da Gramophone, excerto aqui:

terça-feira, 9 de agosto de 2011

Camilo e os camelos

No sempre obrigatório De Rerum Natura publicou Rui Baptista um divertido texto sobre a ronha anti-literária que expulsou Camilo dos textos escolares:

http://dererummundi.blogspot.com/2011/08/o-odio-de-perdicao.html

Aos poucos, é toda a História (artística, literária, das ciências, do pensamento) que se quer varrer em suposto benefício da contemporaneidade. Sendo esta consumista e mediática, está-se mesmo a ver onde se chegará. Aqui está um asneira "herdada"que ficaria bem a Nuno Crato rever.

Em contrapartida, leia-se (até onde se resistir) a execrável argumentação e o mau português com que Fernando dos Santos Neves, da Lusófona, defende a Reforma Ortográfica no Público de hoje em

Um pavor. Só falta dizer (explicitamente) que os donos da língua são os políticos.

Enfim, como dizia Camilo, pode ser que assim se conquiste a opinião das maiorias boçais.

Memórias: A Carmen de Isabel Mallaguerra


Alguém mais viu a Carmen de Isabel Mallaguerra, no Rivoli do Porto, em 1984?

Foi a minha primeira ópera! E como fiquei entusiasmado - a Elsa Saque (Micaela) pareceu-me esplêndida , mas a Mallaguerra era de cair para o lado! Que voz, que presença, que vulcão! Lembro-me da força expressiva, da projecção - já não sei dizer se o canto era correcto ou não aqui ou ali. Na altura, ela substituía, em alternativa, a Fiorenza Cossotto, talvez mais ágil na voz mas com certeza menos aguerrida...

Sou capaz ainda hoje de defender que foi a melhor aproximação a uma "diva" de ópera que presenciei. À saída, senti que nunca mais esqueceria aquela récita, e é verdade. Também estava muito bem encenada (Carlos Avilez).

Possivelmente a Carmen foi o maior êxito da carreira da Mallaguerra - unanimidade da critica nacional - que viria a dedicar ao ensino do canto grande parte da sua vida. Homenagem lhe presto.

sábado, 6 de agosto de 2011

Vai Agosto adiantado, e é isto

Poucas visitas, poucos blogs activos, uma tristeza. Será que este Verão, aliás cinzento e melancólico, traz o fim da blogosfera?

Quando eu ainda estava no activo, Agosto era o mês de estar em festa, praia, comezainas, estar com amigos, viagens... às vezes corria mal, é verdade. No Agosto passado estive em feliz pré-reforma, contente. Este Agosto parece o pior de sempre. Chato, chato, chato. E não é por falta de arejo (tenho passeado q.b.) , é porque tanta coisa à minha volta parece deprimida, doente, fenecida, incolor. Isto não é Verão.

Eu por cá hei-de ir publicando, nem que seja só para as paredes. Agosto, no Norte, sempre trouxe a célebre nortada, que varre tudo, enfuna as bandeiras, levanta a areia, assobia nas frinchas, faz voar guarda-sóis, despenteia, limpa as nuvens. Venha ela.

segunda-feira, 1 de agosto de 2011

Glendalough, cidade monástica dos séc. VI -VII

Há sempe uma sensação de espanto quando se está perante obra humana tão antiga, tão invulgar, ao mesmo tempo humilde e grandiosa, ascética e primitiva, contudo universal. Tanto mais que a localização da cidade monástica de Glendalough é soberba - um vale percorrido por riachos, alimentados por dois lagos mais acima, tudo escondido por um cerco de montes verdejantes.

Fundada por Saint Kelvin (~498 - 618 ), santo padroeiro de Dublin, contava no auge com 7 igrejas e era o destino da mais importante peregrinação da ilha. Com uma população de 500 a 1000 pessoas, que além dos clérigos incluia vários trabalhadores do mosteiro - pastores, tecelãos, pedreiros, ceifeiros - constitia uma autêntica cidade no deserto, pois mais nada havia muitos quilómetros à volta, pelos montes de Wicklow.


Esta localização, invisível da costa, protegeu algum tempo o mosteiro dos ataques frequentes dos Vikings; mas estes acabaram por o encontrar e fizeram sucessivas incursões e razias. De tal modo que, várias vezes arrasado e reconstruído, vemos hoje edificações em pedra tremendamente sólidas, quase sem janelas, torres circulares muito altas e resistentes. A mais alta (30 m) tem a porta de entrada a 3,5 metros de altura do chão!


As torres circulares tinham várias funções - sinalizar o local à distância aos peregrinos, servir de torres sineiras, armazéns de segurança, refúgio em caso de ataque.


Além da torre, o edifício mais bem conservado é a igreja de St. Kelvin, conhecida como a "cozinha". Tem um pesado telhado em pedras sobrepostas incrivelmente inclinado, apoiado interiormente numa abóbada semicircular. Impenetrável.


Depois da morte de St Kevin, o local foi-se tornando num impressionante conjunto monástico. Atingiu o auge pelo fim do séc. VIII, adquirindo um considerável poder económico, que lhe permitia resisitir às grandes fomes da época. Devia ter substanciais reservas de alimentos e um razoável tesouro .

O declínio veio com a chegada dos Normandos. Toda a actividade eclesiástica se centrou em Dublin, que anexou Glendalough como uma das dioceses.

Hoje vemos as ruínas dispersas entre um belo cemitério com cruzes celtas, no meio da verdura do prado e das encostas, proporcionando sugestões de recolha e contemplação.


A ver, absolutamente, fora da estação turística...

Com este post, dou por encerrada a reportagem da minha ida a Dublin

versão inglesa aqui